| El usuario hiperconectado es capaz de viralizar un comentario o una queja con un simple clic y te desmonta el chiringuito en tres coma catorce. Viva la democracia digital.
Sonia Aparicio @soniaparicio
Decía J. Walter Thompson que la publicidad es una fuerza como la electricidad, que no solo ilumina, sino que electrocuta, y que su valor para la sociedad depende de cómo se use. La máxima es aplicable a cualquier disciplina, pero adquiere mayor trascendencia en una profesión que por excesos y malas prácticas puntuales causa desconfianza generalizada fuera de ella. Porque todos —en este sector también— miramos con recelo a quien sabemos de antemano que se acerca porque quiere vendernos algo. La legislación traza con claridad las líneas rojas que la publicidad no puede cruzar, y aun así encontramos en ocasiones prácticas inadmisibles que contribuyen al descrédito de este mercado y de sus grandes profesionales.