Sonia Aparicio @soniaparicio
Suena cada mañana el despertador y una tiene la sensación de vivir atrapada en el tiempo, de la misma manera que Bill Murray amanece una y otra vez al son del I Got You Babe en un pequeño pueblo de Pensilvania. Equiparen ustedes a la marmota Phil, pertrechada en su madriguera, con cualquiera de los políticos y portavoces que cada día acaparan la atención de los medios y sus audiencias, todos a la espera de una señal oficial (u oficiosa) que anuncie la ansiada llegada de la primavera.
Los datos diarios sobre la evolución de la pandemia y las previsiones sanitarias y económicas auguran la prolongación de un invierno frío y raro, tan raro que este año comenzó en un mes de marzo. La incertidumbre, consustancial a la vida misma, no sería tan alarmante si no fuera por la actitud expectante y conservadora que de manera generalizada se ha instalado entre nosotros. Las grandes empresas han recortado drásticamente sus inversiones publicitarias amparadas en el frenazo del consumo, sin valorar en su justa medida el impacto que ese parón tiene a todos los niveles, económico, psicológico y social. Porque no se comunica solo para vender… Empresas y marcas son agentes impulsores del cambio y la recuperación. Y las expectativas económicas no pueden invertirse si desde las empresas no se reactiva la inversión.
Para comprender este mundo incierto en que vivimos me cuestiono todo; incluso, y cada vez con más frecuencia, lo más básico: si todo directivo que decide dejar de hacer algo ha analizado previamente el coste estratégico —no solo el económico—de no hacerlo. Porque la inacción frena el crecimiento y la innovación, más necesarios que nunca en momentos de crisis. Qué fácil es, excell en mano, suprimir con un simple clic la partida económica destinada a Comunicación; qué difícil, sin embargo, prever y analizar hasta sus últimas consecuencias el coste que tiene la No-Comunicación. Por sus consecuencias estratégicas. Porque todo comunica, especialmente los silencios. No se puede perder nunca de vista el largo plazo y el valor de los intangibles.
Será harto difícil impulsar el consumo de los hogares en un país que ha destruido más de un millón de empleos durante el confinamiento —el peor dato de Europa—, situando la tasa de paro en el 15,3% y augurando un 23% para el cierre del año. Hemos tenido el confinamiento más duro del mundo, según los datos de movilidad de Google, y aun así ocupamos los primeros puestos del ranking de países más afectados por la pandemia. La tradicional vuelta al cole para niños y adultos en septiembre parece no irrumpir este 2020 con la ilusión y el empuje con que se abordan el nuevo curso y los nuevos proyectos en esta época del año. “Winter is coming”, susurran los Stark…
PRIMAVERA EN SEPTIEMBRE
Pero ¿dónde está el spoiler?, se preguntarán quienes han llegado hasta aquí. Ahora que mi presidenta no me oye, les adelanto en estas últimas —y escondidas— líneas una de las grandes novedades de la temporada: nuevo diseño, nuevos contenidos y nuevos formatos para esta revista que ahora tiene en sus manos, que en octubre cumplirá nada menos que 40 años. Muchas novedades, sí, pero conservando intacto el adn y reforzando —aún más, si cabe— nuestro compromiso con los lectores. Una evolución y revolución estratégicamente planificada antes de que nos azotara el virus y gestada antes, durante y después del confinamiento.
Estén muy atentos. Anuncios estrena Primavera el próximo 21 de septiembre.