Sonia Aparicio @soniaparicio
¿Por qué si hay tantos planetas que podrían albergar vida inteligente, ninguna civilización extraterrestre se ha puesto en contacto con nosotros? Este interrogante es conocido como la paradoja de Fermi, que debe su nombre a uno de los científicos más destacados del siglo pasado: el físico italiano Enrico Fermi, premiado en 1938 con el Nobel por sus investigaciones sobre la radiactividad inducida y miembro del equipo de investigación y desarrollo que durante la Segunda Guerra Mundial produjo las primeras armas nucleares. Desde su primer enunciado —dicen que en 1950, durante una conversación informal de laboratorio—, los círculos científicos y académicos siempre han tenido presente en la búsqueda de vida inteligente esta contradicción entre conocimiento real y evidencias, que sugiere que nuestro saber o nuestras observaciones son en ocasiones defectuosos o incompletos. Si hay alrededor de cien mil millones de galaxias, en cada una de ellas en torno a cien mil millones de estrellas, y aproximadamente un planeta por cada estrella, ¿dónde están todos? La respuesta que daba Fermi a su propia paradoja es que toda civilización avanzada desarrolla con su tecnología el potencial de exterminarse. Busque las siete diferencias (espóiler: no las encontrará…).
No soy científica —tengo un hijo matemático que se ríe cuando digo que para mí una integral es una tostada—, pero pienso mucho en Fermi y en su dichosa paradoja desde que la covid-19 nos cambió el paso. Un año después, cuando la pandemia arroja ya 92.000 fallecidos (el exceso de mortalidad comparada) y la prioridad absoluta debiera ser agilizar al máximo la vacunación, nuestra clase política (autonómica, nacional y europea) sobrevive en un mundo paralelo en el que presuponemos vida inteligente aunque no tengamos evidencia de ella.
Poco tienen que ver las prioridades de unos y otros con los problemas que cada día enfrentamos ciudadanos, familias y empresas. Ahí estás tú, haciendo encaje de bolillos con tus presupuestos, tus previsiones, tus entregas a clientes y la captación de nuevos… Y en una dimensión paralela, ellos, con sus declaraciones y discursos grandilocuentes —disolución de cortes, transfuguismo y mociones de censura incluidos— en busca de un gran titular; o incendiando las redes sociales día sí, día también. Que la realidad no les estropee un buen tuit.
La inestabilidad política y las luchas partidistas poco ayudan a la recuperación económica cuando es una evidencia —esto sí lo es— que solo un proceso rápido de vacunación garantiza y acelera el despegue de la economía. Lo decía Margarita del Val en una entrevista reciente (“lo importante es vacunar a toda velocidad”). Lo ha dicho Laurence Boone, economista jefe de la OCDE (la diferencia entre un escenario de vacunación rápida y otro lento es de “unos seis billones de dólares para 2022, dos veces la economía de Francia”). También lo recoge el Banco Mundial en su último informe Perspectivas económicas (“el control de la propagación de la covid-19 y la garantía de una distribución rápida y amplia de las vacunas son las principales prioridades políticas a corto plazo”). El concepto del corto y el largo difieren tanto del mundo público al privado que, con el mes de abril en ciernes, apenas el 5% de los mayores de 65 años han recibido el primer pinchazo. ¿Hablaban de salvar la semana santa? Ojalá podamos salvar el verano —y conste que es un deseo más económico, que lúdico, aunque también…—.
La recuperación del consumo parece un unicornio en el escenario actual aquí y allende nuestras fronteras. El número de consumidores que reconocen haber restringido recientemente su gasto se duplicó del 23% al 46% en los cuatro meses comprendidos entre septiembre y diciembre 2020, según NielsenIQ. Y quienes antes ya gastaban poco, ahora consumen menos aún. En total, el 73% de los encuestados “demuestra una limitación real en su capacidad y/o deseo de gastar libremente. Este entorno de gasto cauteloso significa que las marcas deberán centrarse en los nuevos estados de necesidad emergentes de este grupo. Será necesario volver a calibrar el surtido, los precios, la innovación y la distribución de productos; y rápido”, según palabras de Scott McKenzie, director global de la Unidad de Inteligencia de NielsenIQ.
EL DÍA DESPUÉS
Todo esto pasará. Nicholas Christakis, sociólogo, médico y profesor de Ciencias Sociales y Naturales de la Universidad de Yale, augura en su nuevo libro unos nuevos locos años 20, “una época de desenfreno sexual y derroche económico”. Y aquí estaremos para verlo, para vivirlo y para contarlo. Será a pesar de ellos, no gracias a. Y a base del esfuerzo y el tesón de los millones de autónomos, asalariados, directivos y gestores que siguen/seguís/seguimos dando el do de pecho con cada amanecer. Nosotros sí que somos de otra galaxia. Solo que Fermi no lo llegó a ver.